ESFERA PÚBLICA

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SALVADOR COSÍO GAONA 

¿ATAQUE O MONTAJE? 

La imagen de la vicepresidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, con un arma apuntándole a centímetros de su rostro ha dado la vuelta al mundo y sigue generando escalofríos incluso entre quienes no saben nada sobre este país sudamericano o su exmandataria, más allá de que se esté hablando de que se trató de un montaje para victimizarla frente a las acusaciones por desvíos multimillonarios que pesan en su contra.  

La sorprendente imagen de cómo la ex presidenta argentina salió ilesa del ataque de un hombre que apuntó un arma a centímetros de su rostro en la noche del jueves en Buenos Aires, es motivo de discusión. 

En tanto, dicen algunos que Cristina permanece con vida porque, por alguna razón, el arma que contaba con cinco balas no se disparó pese a haber sido accionada.  

Durante un feriado nacional decretado para el viernes pasado por el gobierno para que la población se solidarizara con Kirchner, decenas de miles de personas se concentraron en la céntrica Plaza de Mayo de la capital y otras ciudades argentinas en apoyo a la vicepresidenta izquierdista.  

La justicia comenzó a indagar el mismo viernes a Fernando Sabag Montiel, un brasileño de 35 años residente en Argentina que fue detenido como sospechoso del ataque en el momento en que se produjo. 

Y se produce pocos días después de que un fiscal pidiera una pena de 12 años de prisión para Kirchner por presuntamente haber desviado como presidenta cerca de mil millones de dólares en contratos de obra pública para beneficio particular.  

El atentado contra ella enfervoriza a sus partidarios, y esto la favorece. Pero al mismo tiempo profundiza la brecha, el antagonismo o la polarización con quienes la rechazan.

Así mientras las teorías crecen, incluso la del montaje, es decir, que ella misma y su equipo hubieran orquestado tal escándalo con el fin de victimizarla, atraer reflectores y desviar el tema principal por el cual en últimas fechas se sabía de ella, las acusaciones sobre corrupción.  

Y es que para muchos es totalmente increíble que un sujeto que verdaderamente hubiera querido infligir daño sobre la vicepresidenta haya fallado estando tan cerca y de manera tan burda, al igual que se hace muy sospechoso el hecho de que ese hombre hubiese podido pasar los controles de seguridad de una figura de tan notable relevancia en la Argentina. 

Lo que se preguntan muchos de quienes han visto las dramáticas grabaciones del ataque frustrado es: ¿cómo es posible que un agresor haya podido acercarse tanto a una vicepresidenta? 

Y ¿por qué la custodia de las dos veces ex mandataria no pudo prevenir el ataque? 

Para entender lo primero, hay que situarse en el lugar de los hechos y entender el contexto en el que se dio este inesperado atentado, que ha generado el repudio de gran parte de la sociedad y clase dirigente argentina.  

Todo sucedió cerca de las 21 horas de Buenos Aires, cuando Cristina Kirchner, quien como vicepresidente tiene la función de presidir el Senado, regresaba a su hogar tras concluir su jornada en el Congreso. 

Como se puede ver en las imágenes, la vicepresidenta fue recibida por un gran número de simpatizantes, que la vitorearon cuando salió de su auto y le pidieron fotos y autógrafos.  

¿Por qué había decenas de personas esperando a la exmandataria? Para mostrarle su apoyo en medio de un juicio que enfrenta por corrupción. 

Las por momentos multitudinarias manifestaciones frente al departamento de Kirchner comenzaron el pasado lunes 22 de agosto, cuando un fiscal federal pidió 12 años de prisión e inhabilitación para ocupar cargos públicos de por vida para la vicepresidenta, acusándola de defraudar al Estado. 

Desde ese momento, la residencia en la zona de Recoleta -uno de los más caros y exclusivos de Buenos Aires, y también uno de los más antikirchneristas- se convirtió en un sitio de peregrinación para los seguidores de Kirchner. 

Las manifestaciones se tornaban particularmente masivas por las noches, cuando muchos acudían a saludar a la exmandataria a su regreso a casa. 

Fue en este contexto que Fernando Sabag Montiel, el sospecho del ataque, de 35 años y nacionalidad brasileña, quien vive hace casi tres décadas en Buenos Aires, se mezcló entre los simpatizantes de la vicepresidenta y supuestamente trató de atentar contra su vida, cuando la funcionaria se disponía a saludar y firmar copias de su autobiografía. Aunque las muestras de apoyo frente al hogar de Cristina Kirchner eran por lo general pacíficas, su gran tamaño estaba generando muchos inconvenientes en el tranquilo barrio residencial de Recoleta.  

Para evitar estos problemas, el alcalde de Buenos Aires y líder opositor Horacio Rodríguez Larreta, un probable candidato presidencial en las elecciones del año próximo, había ordenado a la policía de la ciudad que pusiera vallas en las inmediaciones de la residencia en la madrugada del sábado y ampliara su presencia en el lugar. 

Pero la medida fue considerada una provocación por el kirchnerismo, e incluso la propia vicepresidenta denunció a través de sus redes sociales que se buscaba «sitiar a la vicepresidenta».  

Tras graves enfrentamientos entre centenares de manifestantes y la policía porteña, que dejaron a 14 uniformados heridos y llevaron al arresto de tres dirigentes kirchneristas, Larreta acordó con el gobierno nacional dar marcha atrás con el operativo policial. 

El martes, el ministro de Seguridad nacional, Aníbal Fernández, ordenó «ampliar la custodia de la vicepresidenta», formada por unos cien efectivos que trabajan en tres turnos, para custodiar también su casa con «fuerzas federales». 

El objetivo, dijo, era «evitar hechos como los que ocurrieron durante el pasado sábado». 

Fernández explicó que la expresidenta «tiene una custodia personal», formada por unos cien efectivos, pero no tenía una custodia sobre su casa». 

A pesar de este refuerzo policial, los expertos en seguridad resaltan que la custodia de la vicepresidenta cometió varias fallas graves. 

La primera fue no haber anticipado el hecho, tomando medidas preventivas como apostar efectivos de civil entre la muchedumbre, para controlar lo que hacían. 

En vez de eso, como se puede ver en las imágenes tomadas por los celulares de los presentes, la policía formó una especie de pasillo humano por donde transitó la vicepresidenta. 

Una vez cometido el fallido ataque, quedó claro que la custodia tampoco tenía preparado un plan de acción en caso de una eventualidad como esa. 

Tras disparar el gatillo, Sabag Montiel fue inicialmente retenido por manifestantes, y no uniformados, y la custodia no hizo nada para llevar a la vicepresidenta a un lugar seguro.  

Por el contrario, Kirchner siguió saludando y acercándose al público por seis minutos más -sin señales aparentes de que se hubiera dado cuenta de lo que ocurrió- hasta que finalmente ingresó a su hogar, desplegando, en todo momento, una gran sonrisa. 

Testigos que presenciaron los hechos afirmaron a los medios locales que, tras ser detenido por un grupo de militantes que sí habían registrado la presencia del arma, Sabag Montiel la descartó tirándola al piso y esta fue pisada. 

El presunto homicida fue detenido en un patrullero durante unas tres horas -no se sabe si esposado- y recién entonces fue llevado a la Superintendencia de Investigaciones de la Policía Federal Argentina (PFA) para ser interrogado. 

En tanto, los peritos de la policía retiraron el arma, aunque no se sabe si los pisotones pudieron haber causado algún daño o borrar alguna evidencia, otro detalle por el que se criticó a la custodia. Mientras la Justicia investiga el fallido magnicidio, otro detalle más podría complicar ese proceso: la falta de cámaras de seguridad en la zona donde vive la vicepresidenta. 

¿Por qué no hay cámaras allí, como en tantas otras calles de la ciudad? Porque en 2018 Kirchner denunció que las habían puesto en la esquina de su residencia para «espiarla», por lo que el gobierno de la ciudad las retiró. Los expertos dicen que sin esas imágenes será muy difícil investigar otro factor clave: si Sabag Montiel actuó con premeditación, si hizo inteligencia en la zona antes de anoche y si estaba solo o acompañando al momento del ataque. 

Por ello, lo consideran una más de las fallas de seguridad que permitieron que casi ocurriera esta tragedia. 

Aunque Cristina Kirchner no hizo declaraciones tras el atentado, quién sí habló fue uno de sus socios políticos más cercanos, el senado Oscar Parrilli, quien exigió cambios en los procesos de seguridad. 

Por su parte, la presidenta de las Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini, también cercana a Kirchner, pidió por redes sociales la renuncia del ministro de Seguridad, Aníbal Fernández.  

Aún hay varias preguntas abiertas, comenzando por las motivaciones del hombre, descrito por medios de ese país como un simpatizante de la extrema derecha. 

Pero algo parece evidente: el episodio vuelve a poner toda la atención argentina sobre Kirchner, la gran protagonista política de los últimos tiempos en un país que se divide entre quienes la aman y la odian. 

opinion.salcosga@hotmail.com

@salvadorcosio1

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